Cuando recibes una reclamación de deuda, puede ser de dos tipos: judicial o amistosa. La reclamación judicial implica que el acreedor ha llevado el caso a los tribunales para exigir el pago. En cambio, la reclamación amistosa es un intento del acreedor de recuperar la deuda sin involucrar al sistema judicial, generalmente a través de llamadas o cartas.
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Una de las principales defensas contra una reclamación de deuda antigua es la prescripción. La prescripción es el periodo tras el cual el acreedor ya no puede exigir el pago judicialmente. En muchos países, las deudas personales prescriben después de un cierto número de años.
El periodo de prescripción varía dependiendo del tipo de deuda y la jurisdicción. Por ejemplo, en España, las deudas personales suelen prescribir a los 5 años, pero este periodo puede variar en otros países. Es importante consultar con un abogado especializado para determinar si tu deuda ha prescrito.
No todas las deudas prescriben. Las deudas fiscales y las deudas por pensiones alimenticias suelen no prescribir nunca o tener periodos de prescripción muy largos. Siempre verifica con un experto legal para entender las especificidades de tu situación.
Si una deuda ha prescrito, el acreedor ya no puede exigir su pago judicialmente. Sin embargo, la deuda no desaparece mágicamente. El acreedor aún podría intentar reclamarla de manera amistosa, pero no tiene bases legales para exigir el pago.
En ocasiones, los acreedores venden deudas a empresas de cobro. Si esto ocurre, la nueva empresa tendrá los mismos derechos que el acreedor original, pero la deuda no podrá ser reclamada judicialmente si ya ha prescrito.
Si te reclaman una deuda que ya has pagado, debes recopilar todas las pruebas del pago (recibos, extractos bancarios, etc.) y presentarlas al acreedor. Si el acreedor insiste en la reclamación, considera la posibilidad de buscar asesoría legal.
Si un banco o un fondo buitre te reclama una deuda, puedes oponerte judicialmente. Presenta todas las pruebas pertinentes y argumenta cualquier razón válida, como la prescripción de la deuda o errores en la reclamación.
La ley de la segunda oportunidad es un mecanismo legal que permite a las personas físicas liberarse de deudas insostenibles bajo ciertas condiciones. Esta ley varía según el país, pero generalmente implica la liquidación de activos para pagar las deudas en la medida de lo posible y, posteriormente, la exoneración del resto.
Negociación extrajudicial: Intentar un acuerdo con los acreedores.
Solicitud de concurso de acreedores: Si no se alcanza un acuerdo, se puede solicitar el concurso.
Liquidación de activos: Venta de activos para pagar parte de la deuda.
Exoneración del pasivo insatisfecho: Solicitud judicial para exonerar las deudas restantes.
La ley de la segunda oportunidad ofrece una vía para empezar de nuevo sin la carga de deudas insostenibles, pero es importante cumplir con todos los requisitos y procedimientos legales.
Si te reclaman una deuda de hace 20 años, lo primero es verificar si la deuda ha prescrito. Si ha prescrito, el acreedor no puede exigir su pago judicialmente. Si la deuda no ha prescrito, o si te reclaman una deuda ya pagada, reúne toda la documentación pertinente y considera buscar asesoría legal. La ley de la segunda oportunidad puede ser una opción viable para liberarte de las deudas.
En Debify, somos un despacho de abogados especializados en la ley de la segunda oportunidad. Si tienes deudas que te impiden avanzar. Contacta con nosotros y descubre cómo podemos ayudarte a salir de deudas y recuperar tu salud financiera.
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