En una situación de sobreendeudamiento es crucial entender a fondo nuestro pasivo financiero, es decir, las deudas que enfrentamos en comparación con los recursos económicos disponibles para liquidarlas. En este artículo, te sumergiremos en qué es, cómo se calcula, la diferencia entre deuda financiera neta y bruta, y su relevancia en la gestión financiera.
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Es un indicador que cuantifica la deuda con intereses de una entidad económica. Básicamente, representa la cantidad que se debe pagar a los acreedores por los recursos financieros utilizados. Esta deuda financiera típicamente consiste en préstamos obtenidos y emisiones de deuda que conllevan cargos financieros.
Adentrándonos en la metodología. Para comprender este concepto, es crucial entender su cálculo y las implicaciones de sus resultados.
La fórmula es la siguiente:
Deuda financiera neta = Deuda financiera total - Activos financieros líquidos (efectivo y otros)
Esto implica sumar todas las deudas de la entidad, tanto a corto como a largo plazo, y luego restar los activos líquidos y otros activos fácilmente convertibles en efectivo. Este cálculo puede dar como resultado un número positivo o negativo.
Cuando el resultado es positivo, indica el monto total que queda por pagar después de utilizar los activos líquidos para abonar la deuda. Por otro lado, un resultado negativo sugiere que la entidad posee más activos líquidos que deuda, lo que podría señalar una posición financiera sólida. En este caso, se aconseja invertir el cálculo restando la deuda de los activos para obtener una visión más clara de la posición financiera neta.
Es crucial distinguir entre la diferencia entre estos tipos de deuda. Aquí te lo explicamos de manera sencilla:
La deuda financiera bruta se refiere al monto total de la deuda.
La deuda financiera neta, por otro lado, representa el pasivo neto en relación con los activos líquidos y otros activos financieros.
El término "neta" se emplea para comprender el endeudamiento neto de una entidad, es decir, qué parte de la deuda está respaldada por activos financieros líquidos.
Entender el concepto es crucial para su correcta utilización. Como mencionamos anteriormente, se utiliza para comprender qué parte de las actividades profesionales o empresariales está financiada con deuda.
Este indicador es comúnmente empleado por entidades financieras para evaluar la solvencia de un prestatario y su capacidad de reembolso. También es utilizado por inversores para valorar empresas. Un ratio de deuda financiera neta ampliamente empleado es aquel que divide la deuda financiera neta entre el EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización). Este ratio proporciona una idea de la capacidad de la entidad para devolver su deuda en un periodo de tiempo determinado.
En resumen, comprender y gestionar la deuda financiera neta es esencial para una gestión financiera saludable. Es un indicador clave que proporciona información valiosa sobre la salud financiera de una entidad y su capacidad de endeudamiento. Si enfrentas dificultades financieras, es crucial buscar asesoramiento experto para resolver la situación de manera efectiva y evitar consecuencias negativas a largo plazo. Tanto el concurso de acreedores, como la ley de la segunda oportunidad, son herramientas clave para que puedas superar la situación.
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