El juicio ordinario es un tipo de proceso judicial reservado para los delitos más graves, sancionados con penas de prisión de nueve o más años. Tanto en el ámbito penal como civil, este procedimiento sigue una serie de etapas claramente definidas, conforme a la legislación vigente. A continuación, exploraremos tanto el juicio ordinario en el ámbito penal como en el civil, así como sus fases y características principales.
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El juicio ordinario en materia civil es el proceso reservado para asuntos específicos en función de su cuantía o materia. Está regulado por la Ley de Enjuiciamiento Civil, que establece dos cauces procesales principales: el juicio ordinario y el juicio verbal.
El juicio ordinario civil se aplica en los siguientes casos, entre otros:
Se dirimen en juicio ordinario civil las cuestiones en las que la cuantía del proceso exceda los seis mil euros o cuando el interés económico sea imposible de calcular. La determinación de la cuantía es fundamental para establecer si la cuestión se resolverá mediante un juicio ordinario o verbal.
En el ámbito penal, está reservado para los delitos más graves, aquellos que conllevan penas de prisión superiores a nueve años. Es importante destacar que se trata de las penas establecidas en la ley, no las que soliciten las partes.
El juicio ordinario penal atraviesa diversas etapas o fases:
Fase de instrucción o sumarial: Destinada a la investigación de los hechos y responsabilidades. Comprende la pieza principal, situación personal de los imputados, responsabilidad civil y responsabilidad civil de terceros.
Fase de preparación del juicio oral: Se tramita ante la Audiencia correspondiente y decide sobre la apertura del juicio oral o el sobreseimiento del caso.
Fase del juicio oral: Comprende varias etapas, como la probatoria, de calificaciones definitivas, informe oral y derecho a la última palabra. Culmina con la emisión de la sentencia.
En conclusión, es un procedimiento crucial en el sistema judicial, tanto en el ámbito civil como penal, destinado a resolver los casos más complejos y graves. Su correcta aplicación y comprensión son fundamentales para garantizar la justicia y el debido proceso. Si recibes una demanda de juicio ordinario de reclamación de cantidad. no puedes afrontar el pago, y estás en insolvencia, podrías acogerte a la ley de la segunda oportunidad.
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